The Adversiter Chronicle

viernes, 29 de julio de 2011

"Ajedrez", por el profesor Rufus Cjësswick

El alfil: las fuerzas aerotransportadas del ejército del ajedrez

Resulta curioso el ajedrez como juego porque es inevitable preguntarse quién lo inventó aunque yo prefiero decir siempre si me dejaran, quién lo diseño.

Y es que en este siglo XXI el diseñador y arquitecto de tan maravilloso juego podría ser tildado de profeta. Lo digo porque desde la guerra de Viet-Nam, se ha implantado el concepto de fuerzas de intervención rápida, a bordo de helicópteros la infantería y pertrechos, avituallamiento y suministro logístico como artillería. Al igual que el alfil, estas unidades deben ser capaces de mantener una posición o efectuar ataques rápidos y letales amén de efectivos. No son unidades que entren en primera línea pero toman posiciones o simplemente esperan la orden de intervenir.

Y uno no puede evitar comparar los afilados y vertiginosos movimientos del alfil con una de estas unidades, que no ganan las guerras pero sí pueden decidir una batalla.

Es el alfil una pieza misteriosa, que no suele gustar al aficionado al ajedrez. Su movimiento en diagonal suele ser una dificultad para elaborar jugadas y solemos relegar los alfiles a vigías de parte de terreno del tablero o dar un golpe rápido sacrificándola en la réplica del contrario. Pero el alfil, uno para cada color del tablero, es un samurai, una fuerza de intervención rápida que sabiamente jugada logran conjuntar ambas piezas gemelas y que bien escoltadas por peones o caballos que las cubran, causan pavor en el contrario al verlas amenazantes y con el culo a salvo. El alfil es un templario que ha entregado su vida al rey y consagrado su alma al eterno sacrificio ante la ignorancia del jugador en conocer su arte de hacer la guerra ajedrecística.

Muchos aficionados no lo quieren reconocer, pero el movimiento en diagonal causa confusión en quien no ha sido entrenado en la visión geométrica del tablero. Esto hace que al final haya buenos aficionados que saben elaborar jugadas con reina, caballos y torres y relega como dije antes al alfil a operaciones secundarias. Error atribuible a no recibir una adecuada enseñanza y adiestramiento el jugador para manejar sus dos asesinos.

El alfil es misterioso. Su forma, su desplazamiento espacial y lo sorprendente cual víbora de sus ataques, es sencillamente sublime y sublime es el temor que provoca en el juego del contrincante. Esta falta de manejo y de visión espacial, hace que un jugador avezado camufle en una esquina su alfil esperando a que la torre quede vulnerable. Comparable a la embestida de un tiburón blanco y negro por llevar dos días sin comer, causa tal estupefacción ver como nos destrozan la torre inesperadamente y sin poder al menos cazar el alfil en contra réplica, que el daño psicológico capaz de provocar el alfil le hace único y, tal vez por eso, el gran desconocido y pieza más infrautilizada del ejército del ajedrez.
Su único punto débil es que necesita en la mayoría de los caos de apoyo de cobertura, cosa fácil al inicio de la partida pero que se complica a medida que avanza la misma y se van perdiendo piezas o perdemos ventaja táctica con desventaja estratégica.

Si el ajedrez es un invento árabe, el alfil es la pieza más islámica envuelta en halo de misterio pero implacable en su silencio al jugar. No hay muchos ejemplos de alfiles políticos aunque me viene a la mente el embajador de EEUU en la ONU durante la crisis de los misiles o el asesino de Trotsky por citar dos ejemplos de alfiles: personas de bajo perfil a nivel de liderato pero que llegado su momento intervienen rápido y con eficacia, unas veces con gloria y otras con muerte segura, pero que al igual que el alfil no hacen preguntas aún sabiendo que son sacrificables, infravaloradas y algo frikis.
No perdáis el miedo al alfil y dejar que os enamore en su elegancia asesina porque es un fiel escudero del rey.
Rufus Cjësswick

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://blogs.elcomercio.es/


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