The Adversiter Chronicle

sábado, 22 de octubre de 2011

"Fogones de fogueo", suplemento fartón

Suplemento fartón de The Adversiter Chronicle

Sidrería Restaurante
“Bar Mediterráneo”
Alfonso I, 14- Gijón-
Principado de Asturias


Excelente lugar el que traemos hoy a “Fogones de fogueo” tanto para tomar algo acompañado o no de tapas, tomar un excelente “menú del día” o comer entre la abundante carta a elegir, tomar sidra o simplemente sentirse a gusto.
Trato entrañable del personal, y no con las entrañas como otros establecimientos, ambiente saludable y distendido, generosos pases de pinchos y la gracia de José y Lorena y la maestría de Geli a los fogones.
Deciros que si andáis por la zona currando, es el sitio ideal para reponer fuerzas con una relación calidad-precio que os sorprenderá gratamente. Si queréis saborear un vino o unos culines, es el sitio perfecto donde nunca faltará forraje para soportar la ingesta de alcohol. Y si buscáis una cena romántica en la que sorprender a vuestra pareja para que luego no se sorprenda a la hora del desayuno, “Bar mediterráneo” es el sitio ideal.

Pero por si fuera poco lo anterior, deciros que todos los fines de semana hay ofertas que no se pueden desdeñar. Y una de éstas es la que traigo hoy: “el ofertón del chuletón”

Caminaba de domingo noche por las calles, esa hora maldita del domingo donde la amenaza del lunes se hace real. Mi estómago reclamaba su pitanza nocturna y sin dudar, entré en el “Mediterráneo”.
Presurosa y atenta acude Lorena a atenderme y cuando le confieso mis penas de hambruna me suelta que tengo “el ofertón del chuletón”.
Cierto que su gracia ya te embelesa de por sí, pero que me escupiera a los tímpanos “el ofertón del chuletón” hizo que mis neuronas bailaran Twist ante tal promesa de cena.
Me dijo el precio, que desvelaré al final para que os sorprendáis, y el contenido de la oferta: botella de sidra o crianza, ensalada de lechuga tomate y cebolla y chuletón de buey, creo que era de buey pero al final de la cena ya no lo recordaba de  tanto regar con generosidad la ingesta.

Elijo el vino, sabedor por experiencia de que estos homenajes gastronómicos, que todos debemos darnos en solitario  un par de veces al menos en la vida, precisan de abundante riego para poder tragarlo todo, y me sirven un crianza que combinó muy bien con la carne.
Ensalada generosa, en fuente grande, que te entra por la vista y devoras con las mandíbulas que se te quedan separadas cuando ves aparecer el chuletón.
Sencillamente delicioso, soberbiamente majestuoso y un auténtico orgasmo culinario. Tan rico estaba, que no me entraron esas ansias de saciedad a mitad del plato. La ternura y textura de la carne, el acompañamiento sinfónico de la ensalada, el alivio al sorbo de vino y el ambiente cálido del local y sus clientes, impedía cualquier otro pensamiento que fuera “que bueno está, rediós”.

Y estaba tras el postre en ese dulce estado nirvático del fartón, cuando tuve la desgracia de solicitar a la solícita Lorena un café…
El Todopoderoso no me iluminaba cuando hice tal petición. Todo fue normal en los primeros instantes, el típico caso del café a los postres y al depositar la taza con su juego correspondiente de cuchara y platito acorde al tamaño de la taza, me despisto de ver que Lorena escondía algo en la espalda con la otra mano. Su seductora sonrisa ocultó a mis ojos lo que era en realidad una mirada de vampira dispuesta a darte un ñasco y me pregunta con voz dulce si quiero azúcar de caña o del normal…
Mi vida tiene un antes y un después desde ese momento, esos segundos en que fartuco el mundo es una promesa de felicidad y el lunes aún está alejado pese a que falten treinta minutos para que lo sea…
No lo vi venir, lo confieso, y fue como un directo a la mandíbula que te deja sonado un par de segundos eternos. Sólo pedí, ahora me doy cuenta de que tal vez debería haber rogado, azúcar normal, el típico sobrecito con una dosis de azucar…

¡Me planta un jodido cartucho de a kilo de azucar con un cucharón porque tuve que picar aquel cemento blanco si quería endulzar mi café! ¡Pero la muy ladina desapareció en cuanto pude extraer a golpes de cucharón mi jodido azúcar, así que cuando me recuperé del shock y pedí el libro de reclamaciones nadie me creía!

El caso es que todo el festín me costó 20 aurelios, pero podría haber costado el doble como cuesta en otros sitios que sales con cara de primo. Yo os aseguro que en el “Mediterráneo” saldréis con cara de satisfacción y puede que hasta de susto como salí yo.
Sidrería Restaurante “Bar Mediterráneo”, uno de esos sitios a descubrir y al que The Adversiter Chronicle y su equipo de cata gastronómica volverá ya que Lorena ha jurado y perjurado que no se volverá a repetir lo del cartucho, aunque lo dice en voz baja para que nadie se entere de la verdad…

No lo dudéis que repetiréis, palabra de fartón.


 
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
 

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