The Adversiter Chronicle

viernes, 11 de enero de 2013

"Butaca de patíbulo", suplemento cinematográfico cutre


Suplemento cinematográfico cutre de
The Adversiter Chronicle

 
El viaje a ninguna parte

En estos tiempos de zozobras económicas que conllevan crujido de cuadernas tal vez se haga necesario recordar a algunos de nuestros mayores y jovenzuelos periodistas de cristianos canales y por supuesto a diestra y siniestra del arco parlamentario, echar un vistazo a esas pelis que se hicieron en los 80´s donde además de rendir homenaje a los perdedores se nos mostraba que los vencedores eran tan crueles como los esbirros de Stalin.

Títulos como Los santos inocentes, El año de las luces, El sur… Títulos que seguro os vendrán a la memoria con la misma rapidez con que se van de la mía pero que sin hablar necesariamente de la Guerra Civil ésta planea como una alargada sombra en la cotidianeidad  de la vida de los protagonistas de las mismas.
El viaje a ninguna parte narra las vicisitudes de una época  y un ciudadano que le toco vivir la misma, esa España que tomaba aíre tras los acuerdos con los EEUU y comenzaba el arranque del desarrollo. Una época en que la aparición de cachivaches como la televisión y la entrada intravenosa del mundo de Hollywood y sus estrellas mediáticas hizo que en los pueblos y villorrios de España dejaran de tener en el teatro itinerante a otras realidades con la consiguiente desaparición de las pequeñas compañías de teatro, nómadas de ninguna parte como dice el título porque la España vencedora de la Guerra Civil impuso la moral de sacristía y orden cuartelero: los actores, los cómicos, sólo estaban socialmente por encima de la mierda de perro.

 

Película de 1985 dirigida y con guión de Fernando Fernán Gómez. Un elenco de actores de primera fila: Fernando Fernán Gómez, viejo trovador que ve como su mundo desaparece pero que ama el teatro y actuar para el público aunque éste no le tenga el más mínimo respeto pero sabe que tras los números musicales con chicas ligeras de ropa  llegará la función; José Sacristán, que borda su doble papel de puretas y anciano senil; Juan Diego, el falangista y divisionario azul que trata de sobrevivir en la paz después de sobrevivir a la guerra y que se emborracha para aguantar a los trepas y chupatintas que se pavonean de vencedores y sólo fueron atechados en la retaguardia y aprovechados en la paz; Laura del Sol, sencillamente preciosa; Mª Luisa Ponte, esa casera de las que ya no quedan que presume de ser tan decente la pensión como ella misma y nos haría replantearnos coger habitación; Juan Diego, un joven Juan Diego que ya es imagen perenne de la memoria cinematográfica por su papel de zangolotino…

 En una residencia de ancianos, allá por los 70´s, un periodista acude a entrevistar a un residente que fue actor.

Un actor cuya mente se refugia en recuerdos y vivencias que hace propias para no perder la cordura. Un actor hijo de actores y familia de actores que nunca han visto un telón levantarse, nunca fueron invitados al Café Gijón a tertuliar y jamás un cazatalentos les ofreció un papel para una película.

Película agridulce a la sensibilidad que traspasa lo tanto dicho de El viaje a ninguna parte: un homenaje a los actores, a los cómicos.

 Pero hay algo más, la maestría con que Fernán Gómez retrata a personajes que debió de conocer en la época nos muestran que aquella paz ensangrentada no frenaba la hemorragia del odio y el afán de poder garrulo de quienes disfrutaban sin miserias la victoria.

Es la España profunda de pueblos con elevada tasa de endogamia y cretinismo aderezado de catetez y crueldad nacida de la ignorancia y el analfabetismo de una población encorsetada entre sus aperos de labranza y los límites de su pueblo ajenos a la evolución de las cosas, a echar a los cómicos cuando son los cómicos quienes les llevan a sus pueblos durante las fiestas patronales trocitos de otras realidades, otros mundos…
Cuando se estrenaron estas películas de la paz tras la Guerra Civil, no se apreciaba tanto  el bouquet que atesoran no ya como obras de arte cinematográfico, como legado de una memoria, la de la ciudadanía, que sí es histórica.

La película no toma parte de un bando o de otro, pero como decía más arriba, está presente la guerra: los símbolos falangistas a la entrada de los pueblos, las beatas guardianas de la moralidad cristiana apostólica y romana, el alcalde que utiliza la amenaza velada y falsa de no poder ejercer la misma para evitar que corran a los cómicos a zurriagazos y navajas traperas…

Es una peli que una vez la ves y si tienes un mínimo de sensibilidad se vuelve amarga y puede hacer que no termines de verla pero os aseguro que deja pegado a la butaca al espectador.

A ver si sigue la reposición de estas películas porque es necesario tener historia en la memoria para evitar la memoria histórica que siempre escriben los vencedores y luego los perdedores tratan de arreglar embarrándola más.

El viaje a ninguna parte sigue igual de vigente porque más de treinta años después su historia, personas que no se les permite arraigar, prosperar o simplemente vivir, aún es realidad, triste realidad.

La historia es la que es siempre, es la memoria la que se atrofia o tergiversa de la misma manera que el cine es un arte.
 
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/




 
 

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